Es
común escuchar a los agricultores que los rendimientos ya no son como los de
antes. Que abonan, que ‘urean’ (echan urea) y no logran grandes producciones.
Que le ponen suficiente agua y que el retorno de la inversión es menor en cada
cosecha.
El
ingeniero José Quiroz, del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones
Agropecuarias (Iniap), pero que también cultiva maíz y arroz en Guayas y Los
Ríos, ha recurrido al tema de la virilidad para comparar y advertirles a los
campesino sobre las consecuencias del mal uso de agroquímicos.
La
utilización inadecuada e indiscriminada de químicos, con sello rojo o sello
amarillo, contribuye a lo que la experta Gloria Carrera llama degradación del
suelo y del agua: “Se nota que existen problemas muy serios. Tenemos agua
con alto contenido de sodio y suelos demasiado salinos”.
Habla
con propiedad. Ella está a cargo del laboratorio del Iniap en la estación
experimental de Boliche, en el kilómetro 26 (Virgen de Fátima). Allí llegan,
dependiendo de la época, entre 300 y 500 muestras mensuales, la mayoría del
Litoral, y en menor cantidad de Loja y la Amazonía.
Cuando
Quiroz habla con los agricultores que son tentados a fumigar excesivamente y a
fertilizar inadecuadamente, aun cuando las plagas no superan los umbrales y el
suelo no necesita urea, les dice que lo primero que les sucede cuando se
exponen a insecticidas o fungicidas altamente tóxicos es como un trastorno del
órgano reproductor masculino.
Es
decir, cáncer de próstata, infertilidad, disfunción eréctil. “Cojudo, si tú no
puedes atender a tu mujer, otro lo hará”, les recalca en sus charlas de campo,
donde lidia con quienes no solo quieren matar al caracol a punta de veneno,
sino echarle grandes cantidades de urea a los sembríos de arroz.
Solo
así, recurriendo al tema de la virilidad, el campesino se da cuenta de que el
uso indiscriminado de agroquímicos no solo degrada el suelo y la fauna
benéfica, sino que afecta su salud.
Existe
una degradación del suelo en el Litoral del país, donde se encuentran tierras
bajas en nitrógeno y con problema de salinización en Taura, Yaguachi, Samborondón,
Daule (en Guayas), la Península de Santa Elena y otras zonas de gran
importancia.
“La
calidad del agua tiene problemas. Tenemos una restricción en lo que son las
fuentes. El productor trae muestras de pozos, de ríos y se nota que ya existen
problemas muy serios: tenemos agua con alto contenido de sodio”.
Jaime
Proaño, experto en riego y catedrático de la Universidad Agraria del Ecuador,
explica que el agua con exceso de sodio, más suelos con alta salinidad
representan un grave problema para la agricultura ecuatoriana y para la
sobrevivencia de los campesinos.
El
sodio es el elemento más perjudicial de los llamados amiones, que los conforman
también el calcio y el magnesio.
Por
eso un análisis de los elementos es básico antes de empezar a sembrar, pues así
el campesino le pondrá solo los nutrientes que la tierra necesita, no
desperdiciará dinero y tampoco dañará más el sitio que le permite vivir.
El
problema es grave para Ecuador, pues es un país con vocación agrícola. Según el
Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) la superficie de uso agrícola
hasta el año pasado era de 11,6 millones de hectáreas, de las cuales 3,6
millones corresponden a bosques y montes, 565.858 son páramos y 1,3 millones
pastos naturales.
El
doctor Manuel Carrillo, con un PHD obtenido en Brasil, insiste en que si un
agricultor ha fertilizado mucho, ha botado plata, en lugar de tener mayor
producción.
Los
análisis de suelo y agua, agrega, son el inicio para preservar la inversión.
“Imagine en un proyecto grande de mango, por ejemplo, cuánto costaría una vez
sembrados los árboles y con una producción tumbarlos porque su dueño no hizo
antes un estudio de esa tierra”.
Jaime
Proaño, que trabajó en la desaparecida Comisión de Estudios para el Desarrollo
de Cuenca del Ríos Guayas (Cedegé) mostrando a los agricultores de la Península
de Santa Elena, qué y cómo sembrar, insiste en las deficiencias se pueden
corregir, pero que la situación es delicada por el costo que representa y por
los problemas que se van a presentar si no se resuelve aquello. “Es necesario
que se hagan análisis de suelo agua, porque sino el agro no será eficiente”.
El
problema mayor es para la Costa del Ecuador, que tiene el 71,8% de la
superficie de cultivos permanentes, entre ellos banano, palma africana, cacao,
esto es, 991.149 hectáreas. En sembríos transitorios (arroz, maíz, soya)
existen561.150 hectáreas, equivalentes al 57% del país.
Gloria
Carrera aconseja que los créditos del Banco Nacional de Fomento podrían tener
un requisito adicional: el análisis de suelo y de fuentes de agua. A los
beneficiarios, como política de Estado, se les debería proporcionar un técnico
que los ayude respecto al manejo de fertilizantes y agroquímicos, que son los
que provocan el problema.
Fuente:
Expreso | El Productor.com
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