martes, 20 de noviembre de 2012

La tecnología en favor del medio ambiente

La tecnología en favor del medio ambienteLa producción bananera es la segunda fuente de ingreso de divisas para el Ecuador, con una cifra aproximada a 1.650 millones de dólares, con alrededor de 200 mil empleos directos y constituye un pilar fundamental para la economía del país.

Sin embargo, este importante cultivo está expuesto permanentemente a una plaga, que hasta el momento y pese al sinnúmero de investigaciones no presenta oportunidades de eliminación, motivo por el cual los productores durante más de 20 años han desarrollado diferentes capacidades para coexistir con la sigatoka negra.

Desde de 1985 ante la aparición de la enfermedad, la industria bananera ve el surgimiento de las compañías de fumigación aérea con el objetivo de controlar este agresivo hongo. Los beneficios principales de este sistema de aplicación son: cobertura, tiempo, disminución de mano de obra, frecuencia de aplicación, entre otras. Sin embargo, este método de aplicación enfrenta una serie de variables no controladas como: velocidad del viento, humedad, condiciones climáticas, pericia de los pilotos para ejecutar el proceso de tal manera, que la mezcla se aplique exclusivamente en la plantación y evitar la contaminación en zonas restringidas tales como espejos de agua, áreas de empacadoras, escuelas y poblados, que fueron apareciendo como resultado del crecimiento de la industria.

Actualente existen 220 mil hectáreas de este importante cultivo, por lo tanto esta misma cantidad de hectáreas están expuestas a este hongo. Sin duda alguna el método más eficiente y de menor costo para el control fitosanitario del cultivo, es la aplicación aérea.

Una de las principales preocupaciones de las autoridades de control y del ambiente es el efecto colateral que las aplicaciones aéreas suponen debido a la expansión de la “nube” o el efecto deriva ocasionado por el viento y condiciones climáticas incontroladas. Por este motivo las empresas de aplicación aérea ecuatorianas han iniciado desde hace varios años investigaciones y pruebas con equipos con tecnología de punta que procuran eliminar o disminuir el efecto de la deriva en las zonas pobladas, carreteras y espejos de agua y ríos que afectan la salud de quienes se dedican día a día a las actividades agrícolas.

En el Ecuador existen 21 empresas fumigadoras autorizadas por las autoridades, una de las más importantes por su capacidad instalada: avionetas, cobertura, servicios de control integrado y profesionales dedicados al control del hongo, es AIFA, que fue creada hace más de 25 años con el propósito de fumigar las fincas bananeras que entregan la fruta a DOLE, una de las más importantes exportadoras de la fruta en el país.

Desde hace tres años aproximadamente puso a disposición de sus clientes un producto tecnológico que transparente el proceso de control de la sigatoka, llamado SITI®, éste es el resultado de la integración de varios sistemas tecnológicos tales como: Intellistar, aplicativos móviles Smart Phone N50, la aplicación fitosanitaria FITOSAN, la aplicación de procesamiento estadístico SIRE y Google Earth, entre otros. La integración de sistemas genera beneficios e información relevante para la toma de decisiones a todo el sector bananero: exportadores, productores, ingenieros fitosanitarios, responsables de la producción y autoridades de control, entre otros.

Definitivamente el desarrollo tecnológico y la inversión de la empresa privada ofrecen al sector bananero la posibilidad de mejorar la productividad a través de un control sistemático oportuno que le permite a los grupos de interés, tener información apropiada que les permita fortalecer las relaciones con sus clientes (en el caso de los exportadores),tomar decisiones de planificación y control. Esta transparencia del proceso de aplicación proporciona a las autoridades de gobierno y ambiente la certeza y garantía de cumplimiento de las normas y reglamentos ambientales, reduciendo considerablemente los errores en áreas sensibles o pobladas.
Fuente: Revista  El Agro  

lunes, 19 de noviembre de 2012

El agricultor pide paso al banco de semillas

En la cámara del banco  in  vitro.    Carmen Muisin revisa las muestras que se guardan de  variedades de tubérculos y otros.
Ni bien se abre una gruesa puerta metálica y se cruza el umbral, se siente el impacto de los 15 grados bajo cero de la cámara fría. En esta bóveda están celosamente custodiadas 14 400 muestras de semillas de 600 especies de plantas, recolectadas en diversas zonas de Ecuador. Por alrededor de tres décadas se las ha cuidado como un auténtico tesoro. El objetivo es evitar que estas semillas de especies nativas desaparezcan, según Álvaro Montero, líder encargado del Departamento Nacional de Recursos Fitogenéticos del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap). Pero especialistas en el manejo de semillas, gremios de agricultores y campesinos, y organizaciones a favor de la soberanía alimentaria cuestionan el sistema actual de manejo. Insisten en que debe ser interactivo para evitar el riesgo de que se vuelva un museo de germoplasma. Este planteamiento se respalda en los artículos 14 y 15 del proyecto de Ley de Soberanía Alimentaria, que ya fue tratado en primer debate en la Asamblea Nacional. Se resalta la utilidad que debería tener esta reserva. En las tres filas de estantes de la cámara fría se observan cientos de pequeñas fundas de aluminio. En estas se almacenan las reservas de maíz, fréjol, quinua, chocho, amaranto, ajíes y más. 3 520 semillas más también se guardan en otros espacios de este banco de germoplasma del Iniap. Uno de ellos es el banco in vitro. Allí, en pequeños frascos de vidrio, se conservan muestras de especies de plantas que no producen semilla. Cada una dispone de un archivo con información como descripciones morfológicas (formas) y agronómicas (tiempos de floración, cosecha, etc.). Nancy Minga, agrónoma y miembro de la Coordinadora Ecuatoriana de Agroecología, asegura que esta estrategia de conservación es insuficiente. “Hay que interactuar con los campesinos y con toda la realidad agraria que vive Ecuador”. A propósito, el Iniap impulsa proyectos para la creación de bancos locales de semillas en las comunidades. Uno de ellos es el de leguminosas, granos andinos y cereales, en comunidades de Guamote, Chimborazo. Al respecto, Minga reconoce que sí se ha entregado semillas “pero a los grandes productores, sobre todo por pérdidas por factores climáticos como el fenómeno El Niño”. Además, según Minga, el Iniap mejora las semillas y las entrega al Ministerio de Agricultura, para que este venda a los agricultores. “Pero ese no es un proceso de conservación y producción. Por eso hay que democratizar el banco para que también puedan acceder los pequeños agricultores”. Mera, consultor del proyecto Semillas Andinas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, coincide en que esa estrategia ayudará a masificar el cultivo y a mejorar las variedades. Además, sugiere que se fomenten los bancos vivos con la siembra en las chacras campesinas. Una observación de Mera apunta que “el uso que damos a la biodiversidad está sesgado por los criterios de los técnicos. Lo correcto es que estos se combinen con la experiencia de los agricultores para evitar la pérdida de especies y mejorar la calidad”. Javier Carrera, coordinador académico de la Red de Guardianes de Semillas, detecta un inconveniente al considerar que el banco de germoplasma del Iniap guarda pocas cantidades de cada semilla. “Esto porque no hay suficientes recursos para multiplicar”. Al respecto, según Montero, se dispone de USD 12 000 anuales para guardar las muestras en la cámara fría. Cabrera y Mera temen que las muestras conservadas hasta por tres décadas en el banco sufran una erosión genética (los nutrientes se debilitan). Además que las nuevas generaciones de agricultores ya no sepan cómo cultivar y cuidar determinadas semillas y, lo peor, que estas ya no estén aptas para germinar en suelos que han sufrido modificaciones por los cambios climáticos. No obstante, Montero y Mera creen que ese problema se solventa con el acompañamiento de los técnicos del Iniap a los agricultores, además de identificar bien las condiciones idóneas para los cultivos. Pero también se deberán determinar las condiciones para la entrega de las semillas a los campesinos y las garantías para que el banco sea retroalimentado. Jorge Carrera advirtió que “no podemos demorarnos en tomar una decisión. Si la actual generación de agricultores tiene 50 ó 60 años, en una década sería tarde”. Otras experiencias Sobre bancos de semillas vivos hay diversos experimentos, como los del Centro Internacional de la Papa en Perú. Además del camote en África y del fréjol y leguminosas en Centroamérica. El Iniap también tiene bancos de semillas en vivo o en jardines en las haciendas experimentales Pichilingue (Quevedo) y Central Amazónica (Joya). La reserva total supera las 19 000 muestras. 
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Fuente: Diario El Comercio